sábado, 12 de enero de 2008

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¡ESTADO DE SHOCK!

CARLOS ENRIQUE SALDIVAR



El astronauta entra a la cabina de mandos de la nave. No lleva casco, lo cual le permite mover la mente a libertad. Su uniforme verde limón se ciñe adecuadamente a su recia contextura. En su rostro se observa un gesto de determinación, un digno enfrentar a lo desconocido. El universo que tiene por delante más que inquietarlo, lo conmueve. La importancia de su misión también logra influir en su estado de ánimo.

Pero el incierto temor hacia lo insondable vuelve a su cerebro, es una especie de feral babosa sujetada a sus sesos.

“Presión reducida. Te tranquilizas”.

“No puedes sentir por mucho más el increíble avance de los elevadores de tensión, capaces de lanzar medio millón de toneladas de acero tratado con titanio”

“Pero ahora estás ahí, SOLO”.

“Hay 12 MILLAS de nave ahí detrás, ¡Y NI UN ALMA A BORDO!

El astronauta observa con melancolía tras de sí e intenta disipar sus temores. Lo consigue de alguna manera. Decide asegurarse que todo marcha bien. Debe ser eficaz, tiene una misión por delante y de su correcto desenvolvimiento dependerá el éxito de la misma.

“BANCO DE MEMORIA DESDE LOS 2000 D.C.”, suena en la computadora. La ruta es correcta, todo marcha perfectamente. Está activado el piloto automático.

El hombre observa la pantalla que hay sobre él. Puede ver el espacio pleno, la eterna noche coronada por estrellas que refulgen a lo lejos. Mundos indescifrables que por mucho tiempo han sido objeto de alabanzas de los poetas y temas para las más alucinantes historias humanas. Algunos astros dejarán de estar ahí. Se apagarán. La luz siempre se apaga.

“Ahora se ven tan pequeñas esas esferas. En la pantalla sobre ti ves pasar una estrella fugaz.”

“Eso ERA MARTE”

El hombre está sentado en el asiento reclinable de la nave, golpea la palma de su mano izquierda con su puño derecho. Todo marcha de maravillas pero se siente aburrido.

“El tiempo pasa”

El hombre graba su voz en la computadora. El diario de navegación es una obligación en las misiones espaciales. Desde siempre el hombre debe presentar informe de sus actividades por si en algún momento llegara a fallar algo. Aunque en este caso eso es improbable.

Dice en voz alta: “Vamos a 1000 kilómetros por segundo, ¡y en aumento! No tardaremos demasiado en estar más allá del sistema solar y fuera del alcance exterior de la galaxia, ¡alcanzando las más lejanas estrellas!

Ahora camina de un lado a otro en un corredor de la inmensa nave, va y viene como un tigre enjaulado.

“Este es el gran trayecto. En la bodega hay mercancías para los puestos avanzados del imperio”

Ahora dice a viva voz: “Ha llevado 3 AÑOS alcanzar las fronteras de la galaxia, ¡Y OTROS TRES VOLVER DE NUEVO A LA TIERRA!”

Empieza a sudar a borbotones, mantiene su mirada fija en el muro metálico de la nave. Su rostro se congela excepto por un rítmico temblor en sus labios los cuales sujeta a cada instante con los dedos como un infante retardado.

“Naturalmente te pagaron bien la temporada, ¡200 MILLONES DE CRéDITOS!”

Se dice a sí mismo murmurando: “Y hasta que vuelva esos 200 millones pueden ser tan buenos ¡como la avena galáctica! Del modo que va la inflación”

Se escucha sólo la voz de él en el enorme espacio vacío de la nave. No se devuelven ecos. Sabe que esta solo. Conversa consigo mismo escuchando- muy a su pesar- una sola voz, la de él.

“El tiempo se empaña en tu cabeza. Necesitas tu plano astral”.

“Quizás hayas estado alrededor de UN MES en la nave, lo que significa que debes permanecer aún 71 MESES antes de volver”.

“¡La soledad, la soledad total! Ahí, solo, mientras a lo lejos la gente se divierte, goza de la vida, tu estás aquí. ¿Y si las cosas salieran mal? ¿Que pasaría si llegaras a morir? ¡Morir aquí en este trasto, en una eternizante soledad!”

“Es suficiente para tu mente”

“Es demasiado”

“¡Y tu cerebro ESTALLA!”

El hombre grita: “¡Tengo que SALIR de aquí!”

“No llevas el casco. Sin el casco puesto, morirás en el espacio en el acto”.

“¡PERO NO IMPORTA!”

“¡QUIERO LARGARME DE AQUí!”

“Si abres la exclusa el espacio te tragará. Es peor que lanzarse de un avión. Sin oxígeno flotar en el espacio es una muerte segura. Tus células no lo soportarán”

“¡CUALQUIER COSA ES MEJOR QUE ESTAR AQUí!”, Grita con todas sus fuerzas.

“Será una muerte horrible”

“¡LO QUE SEA!”

“Giras la exclusa de aire cilíndrica, empujas la puerta abierta ¡Sales gritando!”

“¡YAAAAAARRGGHH!”

“Y una vez fuera te estrellas contra el suelo”

Los ojos del hombre están completamente desorbitados, todo su cuerpo empapado de sudor, la boca abierta botando baba a raudales, emitiendo un único sonido: “¡UGGH!”

Se escucha la voz del director de vuelo:

-¡Saquen a este tipo!

El guardián de la zona de control se acerca y rodea por el torso al hombre en estado de shock que sólo mueve las piernas de un lado a otro y continua murmurando ruidos infantiles como un pobre niñito que ha sido maniatado por sus padres.

Junto a la entrada del simulador en OFF el jefe de control de pruebas vocifera agitando su brazo en el aire con rudeza en un gesto de defraudación:

-Otro fracasado sin categoría ¡No alcanzará el grado de piloto de carga en mucho tiempo! Por no decir “NUNCA”.

-Sí- responde el director de vuelo de pruebas, visiblemente enojado- Sólo estuvo en el SIMULADOR DE VUELO 10 SEGUNDOS antes de desistir.


Carlos Enrique Saldivar Rosas

Lima, Perú

Abril de 2005

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